El Gobierno (de Pedro Sánchez) contra nosotras, las valencianas

Hoy se cumple un mes desde que Pedro Sánchez fuese investido Presidente del Gobierno tras la primera moción de censura exitosa de la historia. Un hito que mucha gente celebró y que hizo recuperar la esperanza a una buena parte de la sociedad.

Conseguir echar del Gobierno al partido más corrupto de Europa –ahora sí, confirmado por los tribunales- no era una cosa menor, o dicho de otra manera era cosa mayor como diría el recién incorporado registrador de la propiedad en Santa Pola, Mariano Rajoy Brey. Pero además, abría la posibilidad de llevar a cabo medidas ya aprobadas en el Congreso –y bloqueadas desde el ejecutivo popular– de recuperación de derechos y libertades e impulsar otras cuestiones fundamentales para el progreso y bienestar de nuestras gentes.

La moción de censura era una exigencia ética y democrática ineludible y por eso desde el grupo confederal de Unidos Podemos no sólo mostramos nuestro apoyo, sino que jugamos un papel activo en la consecución de la misma. Seguimos creyendo que no hacía falta esperar tanto y que esta nueva etapa debió iniciarse cuando Pedro Sánchez fue elegido Secretario General del PSOE, por eso ya lanzamos hace meses una moción de censura que desgraciadamente no contó con el apoyo mayoritario. En cualquier caso hemos sido humildes, aceptando que lo fundamental era echar al Partido Popular y que era el momento del PSOE, pero no a cualquier precio.

En este último mes la opinión pública ha descrito la acción del nuevo Gobierno como más estética que política, criticando el hecho de que las medidas que se están tomando buscan más ampliar el electorado del propio PSOE y no profundizando en el contenido de las políticas que actualmente necesita el Estado.

No puedo estar del todo de acuerdo con esta afirmación y como valenciana debo decir que sí se están llevando a cabo medidas importantes de calado, pero desgraciadamente muy malas para nuestro territorio. En unas semanas, la ciudadanía valenciana hemos comprobado que el continuismo respecto al trato –y maltrato– de nuestra comunidad autónoma va a ser el camino a seguir.

La andadura del Gobierno de Pedro Sánchez empezaba blindando los Presupuestos Generales del Estado del PP –con el episodio vergonzoso de retirada de enmiendas por parte del PSOE en el Senado–, unos presupuestos que como su mismo partido ya criticó, dedicaban una cantidad de inversiones ridículas a nuestro territorio, muy lejos de las necesarias y que nos situaban con 67€ por persona menos respecto a la media estatal.

A los pocos días –porque insisto, todo esto ha sucedido en menos de un mes– el Gobierno socialista cortaba de raíz una de las exigencias más importantes de muchas comunidades, la del nuevo modelo de financiación autonómica. A cambio de unas migajas insuficientes y bajo la excusa de falta de tiempo, el nuevo Ejecutivo ha decidido no abrir el debate de una reforma que ya debería haberse realizado desde hace años, renunciando a abordar un problema estructural cuyas consecuencias negativas.

La importancia del nuevo modelo de financiación es absoluta, no podemos esperar ni un minuto más en el actual sistema donde el País Valencià aporta dinero como una comunidad rica cuando todos los indicadores nos sitúan por debajo de la media estatal. Este déficit nos impide desarrollar las competencias autonómicas que nos pertoca –y que constitucionalmente el Estado nos transfiere y tiene la obligación de financiar– así como desplegar otras propias dentro de nuestra capacidad de autogobierno.

Además la falta de financiación al País Valencià se agrava más aún cuando esta falta de solvencia para hacer frente al gasto se debe compensar a través del FLA estatal, con los consiguientes intereses al tratarse de una serie de préstamos públicos. Es decir, que ante la falta de financiación por parte del Estado, la Generalitat debe pedir préstamos al mismo Estado –que nos infrafinancia– y pagar una serie de intereses con los que el Estado se lucra. Un auténtico sinsentido que nos aprieta cada vez más y cada vez más cerca de ahogarnos definitivamente.

Y el último varapalo hacia los y las valencianas ha sido en diferido, aunque no con SMS, iniciado por el anterior Ministro de Fomento del PP, De La Serna. Se trata de un documento enviado a la Comisión Europea sobre la priorización de las inversiones ferroviarias para España y donde no aparecía el Corredor Mediterráneo como uno de ellos. En cambio sí se constataba en el mencionado informe el eje cantábrico, haciendo oídos sordos a la demanda unánime de la sociedad valenciana.

Ante este lamentable hecho, el nuevo Gobierno debería asumir de frente este problema y buscar soluciones inmediatas. En tanto que la financiación con fondos europeos es fundamental para la realización del Corredor Mediterráneo, la necesidad de trasladar a la agenda europea esta construcción es absolutamente prioritaria.

Sin embargo las respuestas dubitativas del actual Gobierno no nos generan ningún tipo de esperanza. Su postura, más preocupada en responsabilizar al Partido Popular –con toda la razón– que explorar todos los cauces posibles para enmendar este perjuicio a nuestro territorio; no puede servirnos. La exigencia debe ser máxima.

En conclusión, las esperanzas con las que hace un mes esperábamos un cambio de Gobierno improrrogable se han ido deshaciendo en un mar de realidades que nos han golpeado, una tras otra, directamente a las valencianas. Nuestro ‘vía crucis’ particular con el Estado se prorroga mientras el bipartidismo nos contempla como un simple caladero de votos, despreciando nuestras legítimas demandas y perpetuando un menosprecio que dura ya siglos.

Si algo ha demostrado esta nueva etapa es la fundamental importancia de que fuerzas valencianistas y federalistas tengan una mayor fuerza parlamentaria y social, capaz de llevar adelante las políticas valientes que el País Valencià necesita y que ninguno de los integrantes del bipartidismo tradicional nos va a regalar. En este escenario, Esquerra Unida como fuerza gubernamental será garantía para la recuperación de la dignidad de los y las valencianas.

Rosa Pérez Garijo es coordinadora general de Esquerra Unida del País Valencià y diputada provincial de Valencia

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