Este año volvemos a las calles para reivindicar los derechos de las mujeres.
Las mujeres llevamos siglos defendiendo el derecho a existir y vivir en condiciones de igualdad legal y real en la sociedad, desde una de las primeras manifestaciones conocidas en Nueva York en 1857, cuando miles de personas salieron a la calle para reivindicar una reducción del horario laboral y el fin del trabajo infantil. En Europa en 1910 tuvo lugar el segundo encuentro Internacional Socialista de Mujeres donde se fijó el mes de marzo para defender los derechos de todas las mujeres, en especial el derecho al voto.
Posteriormente en 1975, la ONU promulgó el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer celebrándolo de forma oficial por primera vez. Desde ese momento millones de mujeres nos manifestamos ese día en todo el mundo como homenaje a la continuada lucha de las mujeres feministas por la igualdad de derechos y oportunidades de las niñas y mujeres en todo el mundo.
En 2023, estamos viviendo un retroceso en Europa y en nuestro país con el avance de gobiernos de extrema derecha que atentan directamente contra los derechos de las mujeres, niegan la violencia de género, el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo. Aparecen gobiernos y partidos que se oponen a la agenda feminista acordada internacionalmente en Beijin 1995, con la intención de volver a tiempos pasados cuando las mujeres ocupaban un lugar subordinado y dependiente de los hombres, para atrasar los avances sociales y que las mujeres sean ciudadanas de segunda categoría sin capacidad para decidir sobre sus propias necesidades e intereses.
El movimiento feminista siempre ha sido pacifista, porque la guerra es la negación de todos los derechos haciendo imposible a la población civil el poder vivir en condiciones dignas, en especial a las mujeres que son las encargadas de sostener su vida, la de sus hijos y familiares incluso en condiciones extremas de violencia, pobreza y precariedad que todas las guerras generan. En estos momentos que tenemos una nueva guerra en Europa exigimos que se solucione el conflicto bélico con un alto el fuego, una negociación entre las instituciones y los gobiernos y que cese el envío de armamento. Con la guerra en Europa, vemos una vez más como aumenta el gasto militar a costa de la inversión en educación, sanidad, atención a la dependencia, pensiones, servicios sociales, actividades culturales, transición ecológica y la creación de empleos verdes.
Hay sobradadas evidencias de que el feminismo es necesario para desarrollar la sociedad y hacerla avanzar en su conjunto. Este movimiento político, además de visibilizar la violencia contra las mujeres (de género) ha conseguido interpretar distintas formas de violencia y opresión (vicaria, matrimonio infantil, violencia digital, violencia económica, violencia política) y trabaja legislativamente, con alianzas en redes nacionales e internacionales, en las calles, las universidades, los juzgados, con los presupuestos, las políticas públicas, y por todos los medios posibles para erradicar la discriminación y las violencias contra las mujeres.
Por si no tenemos bastante con todas las violencias también sufrimos la discriminación en el mercado de trabajo con la desigualdad de género, la brecha salarial y las dificultades que se plantean para conciliar la vida familiar y laboral ya que es más difícil para las mujeres que tienen responsabilidades familiares llegar a desarrollar una carrera profesional (techo de cristal). También es más difícil para las mujeres abandonar o cambiar los trabajos más precarios y temporales (suelo pegajoso) estas situaciones se dan por los estereotipos de género y el rol de género que la sociedad nos ha asignado. En este sentido desde el movimiento feminista se trabaja para que los trabajos reproductivos y de cuidados (realizados históricamente por mujeres invisibles y discriminadas), sean valorados y remunerados en igualdad a los trabajos productivos que tradicionalmente han sido llevados a cabo por hombres.
Gracias a muchos años de lucha conjunta y continua del movimiento feminista se ha conseguido aumentar la presencia de las mujeres en espacios asignados a los hombres como el mundo laboral, social, intelectual, político.
La participación política de las mujeres es fundamental para seguir avanzando, para que sea más fácil desarrollar leyes como la de conciliación familiar y laboral, priorizar la lucha contra todas las formas de violencia contra las mujeres, conseguir un sistema público de cuidados, para tener los mismos derechos laborales, y hacer efectiva la igualdad entre mujeres y hombres.
Este año el Tribunal Constitucional ha ratificado la reforma de la ley del aborto de 2010, que fue recurrida por partidos políticos que sistemáticamente se oponen y bloquean todas las leyes que permiten avanzar los derechos de las mujeres.
Para impedir que se imponga la agenda antifeminista y retrograda.
Hoy más que nunca tenemos que trabajar unidas en las lucha contra la alianza capitalista y patriarcal, por la solidaridad con las mujeres víctimas de las guerras, refugiadas y migrantes, por visibilizar a las mujeres en la educación y en la historia, por la defensa de los servicios públicos, para seguir construyendo feminismo.
Irene Sanroque Muñoz
Coordinadora Feminismes EUPV