MÁS QUE UN CAMBIO DE CALLES.

El 28 de abril del año pasado Esquerra Unida presentó una moción para la eliminación de vestigios franquistas en nuestra ciudad, en cumplimiento con la Ley 52/2007, de Memoria Histórica. El pleno decidió por unanimidad la creación de una comisión de expertos que estudiara el asunto, y al fin la semana pasada se hizo público el informe realizado, donde no solamente da la razón a EU, sino que incluso va más allá en algunos de los aspectos que planteábamos.

Como es obvio, no podemos ocultar la satisfacción que nos produce que nuestra labor se vea recompensada, ya que EU es el único grupo político municipal que ha hecho suya la reivindicación democrática de la llamada Memoria Histórica y de condena firme del franquismo, no en vano conseguimos que incluso al propio Franco se le anulase el título de hijo adoptivo de Elda.

Habrá quien diga que este tema no preocupa a los ciudadanos, cuando Elda tiene otros problemas que resolver. Lo cierto es que la paralización que sufre nuestro Ayuntamiento no está motivada por esta cuestión, sino por una profunda falta de iniciativa política del gobierno eldense. Este asunto es más que un cambio de nombres, va mucho más allá de cuestiones ideológicas o partidistas, las razones que lo sustentan se corresponden a un compromiso sincero con los principios democráticos y la recuperación de un una parte silenciada de nuestra historia.

Sabemos que hay paisanos nuestros que se oponen al cambio de nombres por razones ideológicas, pragmáticas o de otra índole. Algunos, como el portavoz del PP, Francisco Muñoz, recurriendo incluso al alarmismo para vaticinar el caos que nos espera si estos cambios llegan a realizarse. Habría que recordarle que a finales de los años 80 del siglo pasado ya se produjo una notable sustitución de nombres de exaltación de la dictadura y pudimos sobrevivir sin que se produjera ninguna catástrofe.

Respetando todas las opiniones, siempre que se hagan desde el respeto y no se incurra en el insulto y la descalificación, nosotros estamos firmemente convencidos de la justicia de nuestra postura, ya que tras 42 años de la muerte de Franco resultaba insólito que aún quedarán vestigios de ensalzamiento de aquella dictadura surgida de una sublevación armada contra un gobierno legítimo y democrático, que provocó una guerra fratricida con su secuela de muerte, destrucción, exilio, represión y dolor.

Ahora el asunto queda en manos de la Junta de Portavoces del Ayuntamiento que tomará las decisiones que crea adecuadas en cuanto a los nuevos nombres, así como al futuro del monumento “a los caídos”. Esperemos que todo se haga con el mayor consenso posible y sin crispación. Que los errores del pasado sirvan al menos para dignificar el presente.

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